La mujer que me acompaña

Cd. Madero. (2 Noviembre 2016) Soy Brandón, tengo 31 años y este es mi relato.  Vivo en el Col. José López Portillo, en Tampico, aun costado del cementerio de “Las Chacas”,   me levanto  todos los días a las 04:30 horas para  irme a trabajar,  el puerto de Altamira.

Salgo de mi casa a las 05:30 horas,  y camino toda la vía del tren, de norte a sur,  hasta llegar a Arteli Miramar, ahí me levanta la camioneta las 06:20 horas,  la cual me lleva a mi trabajo.

La primera vez que me sucedió esto, venía caminando, solo me acompañaba mi mochila con lonche, y mi café, venía a paso lento,  con tiempo de sobra, amo la puntualidad, y odio las prisas,  cuando iba a la altura del panteón  me salió a mi paso una hermosa chica, tenía puesto un vestido floreado, y empezó a caminar también por la vía del tren, de Av. Monterrey,  solo que delante de mí, a unos ocho metros de distancia.

Así que apresuré el paso, y debo confesar que intenté hacerle de galán,  y ofrecerme a acompañarla.  Y ya casi la alcanzaba cuando  empecé a sentir una brisa muy fría, helada, (Raro en este época del año). Eso no me detuvo, le chisté,  y al momento ya caminaba yo a su lado,  le dije: Hola soy Brandon,  voy rumbo al crucero, ¿Te puedo acompañar?

La joven, de bonita silueta, solo volteó y me miró, sentí como una descarga eléctrica, cuando vi sus ojos, eran muy rojos, no me contestó, no dijo ni una sola palabra, solo movió la cabeza, asintiendo que sí.

Al  caminar a mi par, traté de hacerle plática durante todo el  trayecto,  sin conseguirlo,  ella solo caminaba viendo fijamente hacia el piso. Y era prácticamente yo el único que hablaba. Le pregunté: ¿A dónde vas?  ¿Cómo te llamas?, ¿Qué edad tienes?, seguíamos caminando, y casi al llegar a mi destino, escuché su voz, dijo: “Me llamo Tatiana,  tengo 22 años”, de inmediato volteé y para mi sorpresa  ella había desaparecido, simplemente ya no estaba.

Tras lo acontecido me dio miedo, lo único que se me ocurrió fue correr para llegar a Arteli Miramar,  corrí tan deprisa que mi termo de café se me cayó, pero no me importó regresar por él,  lo que quería es estar a salvo, así que no me detuve hasta llegar al quiosco del crucero, ahí  me sentí a recobrar fuerzas,  a tomar bocanadas de aire que me permitieran recobrar el aliento, llegó mi transporte y llegué a mi fuente de empleo,  sin embargo no dejé de pensar en lo que me había ocurrido,  pero no le conté a nadie.

Al día siguiente me levanté y vuelvo a realizar mi rutina matutina,  cuando iba caminado por la vía de Av. Monterrey,  pensando en que un día hasta me había aparecido esa joven mujer, precisamente a esa altura,  así que algo me dio por voltear, y en eso,  la observé venía caminando detrás de mí.  Lancé una maldición y abrí mis ojos, lo más que pude, pero ella sonrió.

Entonces intenté correr de nuevo, huir, tenía incertidumbre, y miedo, pero algo me lo impidió, seguí caminando y después de reponerme de la impresión, traté de sacarle plática,   y lo logré, me dijo que quería llegar a su casa,  le pregunté, ¿Dondé vives?, me contestó:  En el Polvorin,  ¿Qué heces a esta hora? Pregunté,  contestó: “Tengo muchos años queriendo llegar a casa”, En ese momento sentí la piel de gallina, estaba aturdido, podía confirmar que esa chica no era normal,   que  tal vez estaba dialogando con una persona que ya no está viva, que pudiera ser algo sobrenatural.

Al momento en que  dijo  intentaba llegar a su casa,  se desvaneció una vez más, aunque me dio más curiosidad que miedo.

Al día siguiente,  ya estaba ansioso, caminaba por la vía, donde la veía, y  quedé perplejo,  ahí estaba, pero esta ocasión  la vía sentarse en la barda del cementerio de “Las Chacas”,  de pronto corrió hacia donde yo estaba. Le dije: ¿Por qué saliste de ahí?. Respondió: ¨Estaba esperando a que pasaras, quiero que me ayudes a llegar  a casa. Tengo años intentándolo pero no puedo,  no es tan fácil. Un accidente me impidió hacerlo y sé que mi familia llora por mi ausencia.

En ese instante,  sentí escalofrío que recorrió todo mi cuerpo,  como me hubiera caído un balde de agua helada, no podía ni articular palabra, reconozco, estaba tartamudeando,  al grado de sentir mi boca entumecida, sentí como si tuviera parálisis, Me dijo: “Mañana te diré como le hagas para ayudarme”.  Y una vez más  desapareció frente a mí.

Esta vez les conté a mi mamá y a mis hermanas, dicen que es un alma en pena de alguien, pero como yo soy débil talvez no aguanté la impresión, y por eso sentí que mi boca se me torcía.

Realmente me hubiera  gustado saber cómo hacerle para ayudarla a llegar a su casa, la verdad  ya mi familia no me dejó pasar por ahí a pie,  y ahora me lleva mi hermana en su auto hasta el crucero, y paso volteando hacia el panteón, para ver si logro verla, pero sé que si vuelvo a pasar caminando ella me saldrá al  paso, aunque acepto que ya me da más miedo que curiosidad,  si alguien se anima a acompañarme talvez pueda hacerlo, y descubrir que es lo que tengo que hacer para auxiliarla.

 



Escrito adaptado por Gregory Quintero, agradecemos las facilidades  “Historias y leyendas paranormales de Tampico, Madero y Altamira”.